"El nombre de María, originariamente Mar Amargo, Mar de Amargura, es para nosotros más bello que la aurora, tiene música y cadencia, ritmo y armonía; nombre hermoso que llevan con satisfacción la mayor parte de nuestras madres, de nuestras hijas, de nuestras esposas y de nuestras novias.
Encierra por ello el perfume de la flor, la blancura de la azucena y la dulzura de la miel. ¡No hay nombre como su nombre!
Comprendiéndolo así las Cofradías sevillanas aclaman a la Virgen con un sugestivo título, con un título, el más parecido al que recreó sus oídos en la solitaria morada de Nazaret, cuando oyó del ángel la alta dignidad para que Dios la tenía reservada, y ahora Sevilla recrea en los oídos de la Celestial Señora, cuando la llama con la hermosa advocación de Reina del Dulce Nombre."
José Luis de la Rosa Domínguez. Pregón de la Semana Santa. 1953
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